lunes, 20 de agosto de 2012

Como un niño

Hace unos días mi esposo y yo mirábamos televisión. Nuestra nena de tres meses se había dormido en sus brazos; a causa de un ruido que la asustó, se revolvió en los brazos de mi esposo y siguió durmiendo acomodada a su antojo. La quedamos mirando y comentamos algo que a ambos nos llamó la atención: la confianza con que seguía durmiendo a pesar de que había ruido que pudiera asustarla, a pesar de que podría haber cualquier cosa en el mundo que pudiera dañarla. Pero ella dormía. Confiada en los brazos de su padre.

Cuando Jesús anduvo por este mundo hizo muchas cosas. Y dijo muchas cosas. Algunas personas lo asombraron con su fe y otras por su incredulidad. Pero cuando los niños se acercaban a él, y eran reprendidos por los apóstoles, había algo que ellos tenían, algo en la simpleza e inocencia de su mirada que Jesús se tomó un momento especial para bendecirlos:


"Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reprendían a los que los presentaban. 

Viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; 

porque de los tales es el reino de Dios. 
De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía."
Marcos 10.13-16


La cosa está bien clara. Como niños, así debemos ser. Mucho se sabe de lo inocente y humildes que son; pero seamos honestos, muchos niños hoy en día simplemente no lo son a causa de la sociedad, del estilo de vida que lleva el mundo o de la mala crianza dentro de la familia. ¿Entonces?

Hay algo que los niños saben hacer muy bien y que a veces no nos damos cuenta: RECIBIR. Jesús dice que debemos RECIBIR el reino como niños. Los niños recibieron la bendición de Jesús. Bueno, a todos nos gusta recibir regalos, pero... ¿Y si alguien nos da constantemente regalos, ofreciéndose a darnos todo si somos capaces sólo de recibir? Cuando crecemos, nos adaptamos al ritmo de la sociedad: se espera que nos independicemos, que estudiemos, que formemos una familia, que tengamos casa propia, auto y demases. Todo por las nuestras. A veces caemos en afanarnos por conseguir esas bienes materiales que nos "garantizan" bienestar, éxito y felicidad. ¿Estaría mi hija pensando en eso mientras dormía en los brazos de su padre?

Los niños se entregan y dejan de lado su orgullo. Ellos son honestos; reconocen que hay cosas que no pueden hacer y confían 100% que alguien - padres, madres, alguien que esté a cargo - se encargará de todo. Por eso duermen tranquilos, disfrutando el contacto íntimo con su padre. Saben que no son autosuficientes, pero lejos de amargarse al aceptar la derrota, gozan su estado de vulnerabilidad. No hay orgullo en ellos.

Porque están confiados. 

Porque saben que pueden dormir tranquilos. 

Porque saben que lo que el Padre haga será para bien de ellos.

Porque hay un Padre que los cuida y que se encargará de todo.

"Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?"
Mateo 7.7

¡AMÉN!




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